Tus manos son racimos de navajas
y se te vuelven ríos al instante
si feroz desentierro del estante
algunos malos versos como lajas
y se te vuelven ríos al instante
si feroz desentierro del estante
algunos malos versos como lajas
de piedra macerada en tus ovarios,
como gafas de sol polarizadas,
como silencios y puertas entornadas,
como fruto y sudor de mis calvarios.
como gafas de sol polarizadas,
como silencios y puertas entornadas,
como fruto y sudor de mis calvarios.
Sin poesía –dices- ya no hay musa
y me escupes llorando un diccionario
y arrancas tus estrellas de mi noche.
y me escupes llorando un diccionario
y arrancas tus estrellas de mi noche.
-La belleza se va con quien la usa-
te contesto, y comienzo, carcelario,
a robarte unos versos en el coche.
te contesto, y comienzo, carcelario,
a robarte unos versos en el coche.
General Tapioca
Lo breve si bueno, doscientas veces bueno.
ResponderEliminarSi son éstos los versos robados en el coche, General Tapioca, sois mayor criminal que el ladrón de la Mona Lisa.
ResponderEliminarsuculento.
ResponderEliminarGanáis una nueva lectora.
Flojo, muy flojo.
ResponderEliminarHabéis perdido un verso libre.