"Somos el singular plural en singular. Somos el individual grupo que representa a los siempre jóvenes viejos de la juventud, juventud inquieta, joven inquietud. Somos tan "de prosa" como el poeta y tan "de verso" como el crítico. Somos tan humoristas que te emocionamos, y tan románticos que te echarás a reír. Somos tan indefinibles, que el simple acto de definirnos sería en sí una paradoja."

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Dos amigos


Tenemos unos amigos, dos tipos bastante cultos y elegantes, que adolecen sin embargo de una cierta ingenuidad en lo que a nosotros se refiere. Ya sea por la gran amistad que nos une o porque realmente les gusta nuestra sencilla y desafectada forma de trabajar, la verdad es que siempre nos están lanzando cumplidos y animando a asumir un mayor protagonismo, a dar un paso adelante en nuestras carreras. Nosotros no lo creemos así (Dios nos libre, humildes como somos) pero ellos siempre están insistiendo con su sarta de exagerados e injustísimos piropos: que si somos súper ingeniosos, que si tenemos presencia de estrellas de cine, que si podríamos llegar alto si tuviésemos más ambición…han llegado a insinuar (y hasta se nos revuelven las tripas de repetirlo) que Hergé era injusto con nosotros y al contar sus historias nos relegaba a un papel secundario. ¿Os lo podéis creer? Es inaudito, ¿verdad?

Estas herejías, naturalmente, siempre son recibidas por nosotros con sonoras y repetidas protestas y pedimos disculpas al Lector por publicarlas, pero hay que reconocer que nuestros dos amigos son inteligentes y puede incluso que de vez en cuando, en alguna ocasión puntual, de pasada y como quien no quiere la cosa, incluyan algo con cierta razón dentro de sus constantes y disparatados desvaríos. Y es que, algún fan muy fan nuestro (alguno tenemos, son una de nuestras debilidades) podría argumentar que él (o ella, no suelen faltar representantes femeninos en nuestro nutrido grupo de admiradores) también piensa que puede ser que alguna vez hayamos sido menos ensalzados en la trama de lo que quizá deberíamos.  Me explico: dentro de la inmensa gratitud que le debemos a nuestro escritor preferido, sí que es innegable que nuestros personajes, a pesar de ser prácticamente imprescindibles en la trama y salvar el pellejo a otros protagonistas en numerosas ocasiones, son a veces tratados como meros secundarios que por exigencias del guión tienen que aparecer aquí o allí diciendo tal o cual, pero que cuando realmente llega la escena crucial son relegados de nuevo a sus asientos de segunda fila a esperar a que el prestidigitador les vuelva a sacar de la manga para un nuevo truco. ¡Hasta Archibald Haddock (bastante divo según dicen nuestros amigos, parece ser que acostumbra a aparecer borracho por el trabajo y soltar improperios a cualquiera que le contradiga) recibe más atención que nosotros!

No es que nos quejemos, ¡ni hablar!, pero sí que hemos pensado (perdón, nuestros dos amigos han pensado) que acaso merezcamos una pequeña retribución por nuestra larga hoja de desinteresados servicios. Creen (ellos, por supuesto) que, ya que dentro de poco se va a estrenar Las aventuras de Tintín en la gran pantalla, sería justo que se realizaran algunos retoques, unos pequeños cambios en el guión para dotarnos a nosotros del protagonismo que realmente deberíamos ostentar. Como es lógico y ya les hemos dejado claro, nosotros nos negaríamos rotundamente a aceptar la propuesta en un principio, pero, si como sospechan ellos dos, el gran público se volcara con la idea y se mostrara a favor, no seríamos tan ingratos y egocéntricos de no corresponder a semejante apoyo no aceptando. Nos atreveríamos incluso a proponer, ya que nadie nos conoce mejor que nosotros mismos, a unos bigotudos y trajeados Tom Cruise y Brad Pitt para los papeles principales. Y aunque nuestros amigos piensen que no nos hacen justicia, con nuestra supervisión y un buen director de maquillaje siempre se les podría adecentar un poco, y estamos seguros que Las aventuras de Hernández y Fernández sería un taquillazo.

Atentamente,
Hernández y Fernández

martes, 13 de septiembre de 2011

Pasen y lean


¡Muy pero que muy buenas a todos! Bienvenidos señoras, señores; indignados, culés, gafapastas y un largo etcétera de infraseres a la continuación de mi entrada sobre la PAU. Me siento como si arrancase una segunda temporada aquí en la Pipa, pero veo que todo sigue igual. Todos los escritores seguimos hacinados en nuestro zulo y escribiendo sin descanso. Esto está tan oscuro que creo que lo último que nos comimos fue a Astérix el galo (como vimos que ya no escribía pues…) y además seguimos sin cobrar por lo que lo único que puedo hacer es defender con las pocas uñas y dientes que me quedan mi botella de Loch Lomond de posibles Ortegas Canos que quieran “mojar sus labios en ella”.

Bueno, empecemos con esto que ya se está haciendo tarde. En aquel lejano capítulo os escribía sobre la PAU, un examen no apto para beliebers donde debías demostrar que tu coeficiente intelectual superaba el de un sietemesino hijo de padres-hermanos. Si lograbas tal hazaña se abría ante ti una cafetería un mundo de posibilidades que ni te ivaginas.

El problema reside en que estáis muy confundidos/as. Vosotros: Olvidaos de interminables fiestas en enormes casas ya sean de fraternidades al más puro estilo ochentero de Glory Daze o de Drenthe, Robinho o sucedáneos. Ya sabéis, con ingentes cantidades de alcohol, estupefacientes, opiáceos, sustancias alucinógenas de las que le gustan a Phelps y mujeres castas y no tan vestidas; de las que quiere Benzema cueste lo que cueste (y lo que cuesten). No penséis ni en animadoras facilonas ni en ese profesor negro que hará que te replantees tu vida y luches por tus sueños, porque ya no tienes, internet te los ha robado.

En cuanto a vosotras: Encontrar el amor de vuestra vida en la Facultad es más difícil que ver a Stephen Hawking meando de pie, desengañaos, eso no pasa ni en Gossip Girl (estooo, que me lo han contado eh). Da igual cuántos bolígrafos de colores tengáis y lo pulcra que sea vuestra caligrafía, acabaréis inventando un idioma completamente nuevo y personal para vuestros apuntes por el que se os echarán encima los vagos que reclaman fotocopias. Y ya puestos no os preocupéis por la vestimenta, os acabará dando igual si conjuntáis o si os viste Agatha Ruiz de la Prada.

Resumiendo lo menos bueno, para la universidad sólo sois un número, un proyecto que quizás no acabe sirviendo para nada, igual que Piratas.

Bien, una vez expuestos los contras y antes de que os echéis a llorar paso a explicar algunos puntos fuertes o de vital importancia en vuestro periplo hacia el saber. Una de las mayores ventajas que tiene la facultad es que para ella sólo sois un número. A lo largo del año iréis notando una bipartición de la personalidad. Por un lado está el número responsable que quiere tener números altos en cualquier grado, ya sea Medicina, Ingeniería, Derecho, etc. Y por otro lado está el típico número que también quiere números muy altos en cualquier grado, ya sea Eristoff, Ballantines, Brugal, etc.
Podéis elegir cualquier camino y seguir viviendo como si tal cosa o podéis hacer un casting para algún reality de Telecinco y esperar que la Seguridad Social os cubra una más que necesaria lobotomía.

Líneas arriba os quitaba la idea de fiestas en casas grandes, en Asturias hay otro tipo de juerga, con un nombre súper agresivo/corrosivo/nocivo: “Espicha”. Muchos ya la conoceréis, inmensas congregaciones de estudiosos y eruditos. En serio, no se veían tantas neuronas desparramadas por el suelo desde la última emisión de La Noria. La fauna de esos eventos es muy diversa, la que más llama la atención suele localizarse en los aledaños de los aparcamientos. Canis, música Camela a todo volumen, gafas de sol para cuando oscurezca, drogas duras y el botellón más cancerígeno que os podáis imaginar. Vamos, aquello parece un capítulo de Física o Química, al final muere alguien seguro.

Cambiando un poco de tema y volviendo a las facultades, para ir acabando. Además de la cafetería, otro de los lugares donde probablemente paséis más tiempo que en clase es la sala de fotocopias. Algunos estudios afirman que un minuto en la Tierra son 283 horas en una sala de éstas, sólo les falta tener gravedad propia. Dichos recintos están comandados por gente de la misma especie que los que llevan la cafetería, dotados de una inteligencia que rivaliza con la del mosquito de la pantalla de tu ordenador. Deberás aprender a utilizar frases cortas y simples, órdenes directas.

Ya veis que tengo pa’ todos a patadas pero vuestra paciencia tiene un límite y mis enseñanzas también. Poco más puedo añadir, eso sí, da igual cuántas Power Balance tengas, necesitarás mucho más que eso para aguantar en la universidad. Desde aquí os deseo a todos lo mejor de lo mejor en vuestra aventura. Buena suerte.

PD: Dice el jefe que lo del principio es mentira, que me despida “desde mi camarote” y brindando con Loch Lomond, como siempre.

Hasta la próxima.

Haddock