"Somos el singular plural en singular. Somos el individual grupo que representa a los siempre jóvenes viejos de la juventud, juventud inquieta, joven inquietud. Somos tan "de prosa" como el poeta y tan "de verso" como el crítico. Somos tan humoristas que te emocionamos, y tan románticos que te echarás a reír. Somos tan indefinibles, que el simple acto de definirnos sería en sí una paradoja."

jueves, 9 de junio de 2011

Se presentan en cubierta Hernández y Fernández



Como buenos seguidores que somos del blog de la Pipa, nos habíamos leído todas o casi todas sus entradas cuando uno de sus miembros nos invitó a aportar algo. Y utilizo “algo” porque uno nunca sabe en estos casos si lo que dice o escribe será bien acogido, se recibirá con la más absoluta indiferencia o terminará con algún tipo de lapidación multitudiaria por adulterio (figuradamente, se entiende). Pero el caso es que aceptamos de buen grado a escribir estas líneas desde la humildad y el anonimato que nos aporta nuestro trabajo de policías secretos.

Componemos esta pequeña obra sentados cómodamente delante de un ordenador portátil en un camarote de proa. A nuestra derecha, un pequeño ojo de buey se abre al mar –y al mundo-  y nos permite contemplar un atardecer que sin ser diferente de los otros trescientos sesenta y (o cinco) atardeceres del año, es único como todos los demás. Es un privilegio poder contemplarlo y reflexionar sobre él y desde él de la misma manera que es un privilegio estar a bordo, compartiendo las entrañas del buque con el Capitán, Tintín, Milú y más personas que no nos son familiares y de las que no estaría bien hablar sin conocimiento de causa. Es un privilegio, como decíamos, el encontrarnos a bordo de un barco, cuyo destino hemos de reconocer que nos es tan absolutamente desconocido como el nuestro propio. Y probablemente noten una falta de coherencia en la acción de subirse a un barco sin conocer su rumbo. No se lo reprocharemos. Eso sí, entonces también deberán reconocer la misma incoherencia en la vida misma, en la mía y en la suya, en el no saber, como decía tanto Siniestro Total hace ya unos cuantos años como una de mis profesoras de religión hace no tantos, quiénes somos, de dónde venimos ni a dónde vamos. Es paradójico, sí, y quizá piensen que debería preocuparnos. No lo creo. La seguridad y la certidumbre son un coñazo cuando uno se embarca en algo, sobre todo cuando la finalidad del viaje (como en este buque, como en la vida) no es otra que el propio camino hacia esa misma finalidad.

Pero nuestra intención no era en absoluto el darle a nadie una lección, faltaría más. Ni mucho ni poco, sino todo lo contrario. El único objetivo del texto era escribir algo, escribir para matar el tiempo. Tanto el nuestro como el suyo, pues es muy probable que si han entrado en el blog de la Pipa de Haddock y han escogido esta entrada será porque les apetecía pasar un rato (no mucho más de un par de minutos, si leen ustedes a la velocidad de un ciudadano medio) leyendo algo que les entretuviera mientras esperaban por una pizza a hacerse, por un amigo pesado a aparecer o por sus propias ganas de hacer lo que deberían estar haciendo ahora mismo y no quieren a aumentar. Si es así, esperamos fervientemente haber cumplido nuestro propósito. Si no lo es, les pedimos disculpas.

Atentamente, se presentan
Hernández y Fernández

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