"Somos el singular plural en singular. Somos el individual grupo que representa a los siempre jóvenes viejos de la juventud, juventud inquieta, joven inquietud. Somos tan "de prosa" como el poeta y tan "de verso" como el crítico. Somos tan humoristas que te emocionamos, y tan románticos que te echarás a reír. Somos tan indefinibles, que el simple acto de definirnos sería en sí una paradoja."

jueves, 30 de junio de 2011

Rosas, claveles, orquídeas


Esta noche he despertado, y he visto un cielo de color verde botella. Cuál fue mi sorpresa cuando cambió a rojo sangre, y dio la vuelta, y transformó lo grande en pequeño, lo ancho en estrecho, lo alto en más alto. Raudo como una centella.  

Alcé la vista al suelo, y escuché el olor a azufre que desprendían las llamas, y su color, entre amarillo y naranja. Nada había salvo ellas, nada de vida, ni siquiera muerte, tan solo fuego. El infierno. 
Caminé, buscando algo, no sé el qué, mirando, pero sin ver. Caminé, corrí, volé, pero nada encontré. Más fuego, más hielo, más sangre, más huesos enterrados, más espíritus encadenados… Supe lo que buscaba: la fe. Pero huyó de mí, escapó, sombría, febril, incontrolada. Quise perderme, perderme y no volver… 

Avancé, di media vuelta, y me caí. Y al caer, recordé. Recordé aquel tiempo en que el cielo no era ni rojo sangre, ni verde botella, ni amarillo, ni marrón; cuando su vista no me hacía pensar en muerte y destrucción. Era azul, azul como el mar, azul como el cielo. Vi una llama levantarse a mi encuentro. En aquel tiempo, además, había vida, había árboles, arbustos, flores. El verde sometía al rojo con puño de hierro, y solo en contadas ocasiones éste aparecía, para ser inmediatamente ejecutado por el tirano. Más cerca, cada vez más cerca… El Sol. Era un Sol cálido, no hiriente; luminoso, no hiriente. Y era cálido. Y por la noche aparecían las estrellas, inmóviles e indiferentes, frías, reconfortantes. El fuego, frío como el hielo, ya alcanzaba a tocarme. 

Traté de recordar qué había ocurrido. No pude. 
Morí. 
Al fin. 
No me sorprendió. Lo esperaba. Lo preveía. Lo deseaba. 

Solo espero que todo vuelva a cambiar. Que vuelva lo verde, lo bello, lo vivo. Que vuelvan a crecer los robles, los castaños, los fresnos. Las malas hierbas. 
Y aquí, junto a mi tumba, rosas…  

…claveles… 

…orquídeas…                   
                                                                                                      
                                                                                                    El profesor Tornasol

1 comentario:

  1. Y si hubiera recitado usted, Proesor Tornasol, éste poema en un escenario, me temo que muy a su pesar no le lanzarían más que rosas, claveles orquídeas... (Ni un solo tomate, roble, castaño ni fresno).

    Mis felicitaciones.


    Bianca Castafiore

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